El viernes a las siete tuve el
placer de poner la guinda a la tarta que nos hemos merendado en las tertulias con
sabor a chocolate, mantenidas como parte
de las actividades propuestas en
#EABE16Huelva.
Desde aquí dar las gracias a los
que han colaborado. Entre otros, @dimasml, @aserfeliz_pau, @puerto,
@maculigarcia,…
¿Son necesarias trabajar las emociones en el aula?
La primera idea que nos une
alrededor de esta merienda es la creencia de que las emociones forman parte de
nuestra vida y que son experimentables tanto de forma directa como
indirecta. Algunas son innatas otras
aprendidas.
Como docentes nuestra actividad
laboral está inmersa en interacciones personales y esta cuestión hace necesario
desarrollar una serie de competencias emocionales dirigidas como un esfuerzo de
control de emociones que demanda nuestro trabajo (tanto en lo referente a
expresión emocional como a la experiencia de esas emociones).
Las emociones son necesarias para
tomar decisiones. Forman parte de nuestro sistema nervioso y de nuestra
inteligencia. Por tanto, consideramos que las emociones van evolucionando a lo
largo de la vida y que es necesario trabajarla desde la educación infantil, desde
“el momento cero” como apuntan algunos de nuestros tertulianos.
Hemos hablado de emociones
negativas y de emociones positivas. Todas son necesarias, no deben eliminarse
ninguna. El conocimiento de las distintas emociones, tanto positivas como
negativas, les ayudará a ser niños y niñas más felices. Es necesario enseñarlas,
evitar emociones impide la resolución de conflictos y crea insatisfacción. El
alumnado debe conocer sus emociones: qué se siente al experimentarlas, saber
cuál es la emoción sentida.
Nos hemos centrado en la ira,
concluyendo que no debemos erradicarla, sino llegar a que el discente sea capaz
de usarla para saber dar a entender a los demás cuál es su derecho dentro de
una negociación más justa. Es aquí cuando hemos hablado de la importancia de
los trabajos en grupo. Esta metodología hace posible el conocimiento y la
canalización hacia acciones positivas. El autoconocimiento y el autocontrol
superan bloqueos emocionales. A esto último hemos de sumar la empatía.
¿Cómo podemos trabajar emociones
en el aula?
Se plantea el hecho de hacerlo
como algo transversal. Otros consideramos que desde la misma materia se puede,
integrándolas en el currículo. Este debe ir encaminado hacia el logro de un
desarrollo total, equilibrado e integral de la persona.
Está claro que las emociones y su
educación tienen que ir más allá de la
enseñanza formal; la familia y esta sociedad demandante de este tipo de
educación tienen mucho que decir.
¿Qué rol juega el docente en la educación de las emociones? ¿Estamos
preparados para integrarlas en nuestra práctica docente?
Entre los tertulianos se dan dos opiniones muy contradictorias al respecto:
1. Para
unos tertulianos, una parte del profesorado piensa que es complicado salir de
la zona de confort. Hay miedo por la falta de formación. El profesorado no se
atreve a abandonar la idea de que se trate como un tema trasversal, y se
resiste a convertirlo en una práctica diaria.
2. Otros
tertulianos defienden que esta educación emocional es posible siempre que
contemos con la voluntad del profesorado. Existe un amplio sector que demanda
formación y que entiende la necesidad de esta educación para lograr el
desarrollo integral del alumnado. Sienten la necesidad de formarse y de formar.
En lo que si coincidimos todos y
todas es en el hecho de que el profesorado transmite su estado emocional al
alumnado. Esto nos puede ayudar a crear un buen clima en el aula, un clima que
les lleve a un estado de confianza y
seguridad.
Como hemos comentado
anteriormente, el profesorado carece de formación emocional necesaria para hacer frente a las situaciones
que se nos plantean cada día. Somos
expertos en nuestra materia y nos sentimos cómodos enseñando los conocimientos
de nuestra especialidad. Nos cuesta ceder espacio para trabajar algo fuera
del currículo, para incorporar la enseñanza emocional. Muchas veces el trabajo
de gestión emocional se hace fuera del aula, una vez surgido el conflicto,
mediante la aplicación de sanciones. Pero enseñar las emociones es verlas fuera
del conflicto. Las vemos como una oportunidad para reflexionar acerca del
autoconocimiento, la autocompasión y la empatía.
¿Qué actividades son más adecuadas para trabajar las emociones en el
aula?
Desde luego aquellas ligadas a
una metodología activa. Trabajos en grupos. Usando el juego. Creando un
ambiente de confianza y respeto, solidario y bien gestionado. Actividades que
fomenten la empatía y la aceptación. Actividades que posibiliten la expresión
de su propia experiencia y de sus pensamientos. Actividades donde intervengan
la competencia lingüística (teatro, lecturas…) y artística. Dando al alumno protagonismo.
¿Qué técnicas resultan más eficaces?
Podemos hacerlo aplicando estrategias
de convivencia positiva, y prácticas como el yoga, el chikung y el mindfulness,
entre otras.
Conclusiones:
- La sociedad del siglo XXI demanda estas enseñanzas.
- Es necesario el desarrollo de las emociones para crear una imagen ajustada de uno mismo.
- Importante desarrollar la convivencia positiva.
- Enseñanza integral que incluya nuestras emociones.
- Necesidad de fomentar las habilidades comunicativas (ayuda a expresar las emociones).
- Enseñar emociones es trabajarlas antes de que aparezca el conflicto, mientras que la gestión emocional nos lleva a un tratamiento una vez conocidas.
Trabajar las emociones desde la educación infantil hasta el final de la
secundaria es fundamental y necesario.
Nuestro reto es buscar un espacio en el aula para enseñarlas, teniendo
en cuenta que las emociones, sobre todo,
se viven….
@camachomanrel
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