Hola, un saludo a todas y todos los que participáis en este estupendo proyecto de @ChocoCharlas. Me llamo Ramón Besonías; soy docente en un instituto de Badajoz, el IES San José. Tenía prometido al equipo compartir alguna experiencia y lo prometido es deuda.
Hace unos meses publiqué un artículo en este enlace que se podría decir que fue el germen de este otro proyecto que os contaré y en la que ChocoCharlas tuvo mucho que ver. El proyecto inicial era Imagina Tu Insti y pretendía dinamizar a alumnos y docentes para repensar juntos nuestro centro. De esto salió la primera propuesta: dialogar acerca de cómo nos relacionamos entre nosotros.
Un proyecto de coeducación que en parte se inspiró en una propuesta de @HangoutEDU y el formato dialógico-radiofónico de Chococharlas. De ahí nació el proyecto Tu centro #ZonaLibreDeAcoso.
Hace un mes seguí potenciando la reflexión en clave coeducativa con mis alumnos de primer ciclo de ESO, alumnos de un barrio en situación socioeconómica difícil, con bajo nivel competencial, baja autoestima, disruptivos pero no violentos, sin apoyo de las familias, muchas de ellas en situaciones realmente complicadas. Que hablaran entre ellos, debatieran lo que pasa en el instituto, compartieran perspectivas, buscaran soluciones juntos, era mi reto principal. Y no solo mío, la convivencia se ha convertido el reto más importante para todos los docentes de mi centro, ya que mejorando ésta conseguiremos que los alumnos se sientan mejor y se integren mejor en la vida del centro. Pequeño reto, gran reto.
De esta inquietud nace ¿Cosa de chicas, cosa de chicos?, proyectillo que es solo una píldora dentro de muchas otras que quiero introducir en los próximos cursos y que tendrán todas, como las de este curso, un denominador común: que tomen la palabra y construyan juntos nuevas formas de convivencia y comunicación dentro y fuera del centro. Para ello la radio es un instrumento privilegiado. De hecho, terminamos una emisión y pasada una semana ya están demandando repetir. La radio les permite hablar sin miedo, pese a que los primeros minutos se corten un poco.
Por supuesto, no van a la radio en blanco. Previamente preparamos en clase un breve guión, que ellos mismos elaboran, ya sea a partir de su reflexión personal o de un debate previo en el aula. Estos debates a su vez generan mini retos creativos que amplifican el mensaje que va calando en sus reflexiones y que se pueden compartir con otros alumnos del centro.
El modelo de trabajo cuanto más sencillo mejor. En este caso, como veis más arriba, se trata de un rectángulo con tres secciones. En una escriben cosas que creen que son propias de chicas, en otra cosas propias de chicos, y en una tercera (la del semicírculo de abajo) cosas que creen que son propias de o pueden hacer ambos sexos (actitudes, habilidades, profesiones...) Por supuesto, este modelo es heurístico; solo pretende provocar el debate, no remarcar una frontera sexista. Partir de un modelo que discrimina permite descubrir de forma natural los prejuicios, estereotipos y creencias aprendidas, para después reflexionar sobre ellas en grupo. El papel del docente debe ser el de mera guía que provoque el debate. Una estrategia socrática, que haga que sea el propio alumno quien descubra las contradicciones de sus ideas y las confronte de forma no solo racional, sino también emocional, con sus iguales.
Primero escriben en su hoja las palabras (solo palabras o frases cortas) que crean oportunas en cada apartado, para después comentarlas en grupo pequeño. Este grupo reescribirá la percepción de lo que ha puesto cada alumno en su hoja, proponiendo otra mirada que se debatirá en grupo grande. Comparto algunas de las palabras propuestas por los alumnos.
Con estas conclusiones vamos a la radio del centro y debaten sus opiniones tomando como punto de referencia una palabra que haya puesto algún compañero en la hoja. El debate radiofónico dura una media hora, pero al final se queda en unos 20 minutos que dividimos en dos partes, dos palabras por sesión. No más de 10 minutos de debate, que a veces se alarga o se queda en vía muerta porque no tienen ganas de hablar o no saben qué decir. No siempre funciona, y muchas veces necesitan ir cogiendo carrerilla. Al principio no dicen mucho, pero a los 5 minutos se animan y comparten sus ideas. Tened en cuenta que partimos de alumnos que no están acostumbrados a hablar respetando turnos de palabra, y no argumentan ni reflexionan sobre lo que dicen. Todo es ganar competencia en comunicación y valores porque partimos casi de cero. La radio es el detonante, el anzuelo, el macguffin. Y funciona.
De estas tertulias pasamos a sintetizar conclusiones. Lo hacemos mediante retos creativos, como este panel colectivo que podéis ver arriba y en el que los alumnos ilustran actitudes, habilidades y profesiones sin género, que pueden sentir, pensar, hacer chicas y chicos.
Además de este panel, elaboraron monigotes inclusivos que plantamos en una maceta como metáfora: plantando igualdad. No lo terminaron porque no nos dio tiempo. Estamos ahora con otro reto, #YoEmigrante. Tened en cuenta que esto lo he realizado con alumnos de 1º y 2º de ESO, una hora a la semana, e intentando motivarles no siempre con éxito. Apatía y autoestima van de la mano. Levantar emociones asentadas y propiciadas por el entorno familiar y social en el que se mueven mis alumnos convierte proyectos sencillos como éste en odiseas casi utópicas.
Se nos ha echado el curso encima, pero lo ideal hubiera sido que ahora fueran a aulas de otros compañeros a exponer sus conclusiones, invitarles a nuevos programas de radio y traer a los padres para compartir con ellos sus impresiones. El curso próximo será. Este reto es a largo plazo y en el que estamos intentando embarcar a más docentes del centro. Otro reto titánico. El próximo curso combinaremos estos retos con otros, como una tutoría entre iguales, estilo Hermano Mayor, y la habilitación de espacios exteriores dentro del centro para la convivencia.
Seguiré contando.
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